miércoles, 11 de noviembre de 2015

La milagrosa historia del capitán Paul

No puede decirse que la carrera del volante defensivo malgache Johann Paul haya sido como el discurrir de un largo río apacible. Este “verdadero trabajador de la línea medular”, como él mismo se define en declaraciones a FIFA.com, pasó varias temporadas en la Ligue 2 y en la tercera división francesa peleando por los balones, luchando para superar lesiones y hacerse un hueco en el once titular, esforzándose para competir algún día en la élite... Y ahora, a sus 34 años, el capitán de los Barea se ha subido por fin a la ola del éxito con su selección. Pero antes de poder disfrutar de este momento tuvo que superar varios obstáculos, empezando por el del 15 de abril de 2006… 

“¡Ese día estuve a punto de morir!”, cuenta. “Fue contra el Angers, en la tercera división. Yo jugaba en el Châtellerault. Tuve un choque frontal con un compañero. Me caí al suelo, como un boxeador noqueado. Perdí el conocimiento y empecé a asfixiarme tragarme la lengua. El pulso empezó a apagárseme. La situación estaba siendo crítica, hasta que al final pudieron desobstruirme las vías respiratorias. Pasé una noche en el hospital y salí al día siguiente. Pero no fue nada. No me quedó ninguna secuela, quitando una cicatriz encima del arco superciliar. ¡No quiero de ninguna manera que mi carrera de futbolista se reduzca a aquel incidente!”.
Y, por supuesto, no será así. Aunque el actual jugador del Fréjus-Saint-Raphaël haya tenido una digna carrera en el fútbol de clubes, ha sabido mantener sobre todo un rumbo firme con la selección. Desde 2012 luce el brazalete de capitán del combinado nacional,y ahora está al timón de un navío malgache que lleva varios meses navegando viento en popa. En mayo, fue tercero de la Copa COSAFA, lo que representa su mejor desempeño en este torneo anual que reúne a las naciones del África austral. Madagascar también ha obtenido la clasificación para la segunda ronda de la competición preliminar de la zona africana para la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018™, tras imponerse a la República Centroafricana (3-0, 2-2).

“Estos resultados son la recompensa a un trabajo que no ha dejado de ir a más. Tenemos continuidad. Sentimos de verdad que la Asociación se esfuerza por el progreso del fútbol malgache. Lo ha puesto todo para que los jugadores estén en las mejores condiciones posibles. El plantel ha ganado en estabilidad, empiezan a surgir futbolistas en las distintas ligas. Sí que estamos en racha”, afirma Paul. Y, como buen capitán, el número 6 de los Barea ha contribuido activamente a esta clasificación. Marcó de cabeza en un lanzamiento de falta en el minuto 65 del partido de ida, situando así a los suyos en una buena posición para afrontar el choque de vuelta en Antananarivo. ¡También fue su primera diana en doce años como internacional! “Tampoco es para entusiasmarse, me quedo con la clasificación. Si hubiese sido el gol del 1-0 en el minuto 90, habría tenido un sabor especial, por supuesto. Pero únicamente fue el tanto del 3-0. Estuvo bien, pero no fue nada en comparación con lo que me ha dado la clasificación”. 

Marino y capitán
Lo cierto es que Madagascar no ha vuelto a acariciar el sueño de participar en un Mundial desde 1985, cuando cayó en una tanda de penales contra Egipto, en la segunda ronda de las eliminatorias. Desde entonces, los malgaches se han estrellado periódicamente contra el primer arrecife que se cruzaba en su ruta, como Guinea Ecuatorial, en la primera ronda clasificatoria de Brasil 2014. Pero, más allá del aspecto deportivo, para Paul defender a su país tiene una dimensión afectiva. “Para un deportista no hay emoción más fuerte que vestir la camiseta malgache, entrar en la cancha para representar a su país. No se puede sentir una vinculación mayor con un club que con un país”, explica el jugador, nacido paradójicamente en Francia, en Issoudun. 

“Me crié en Francia, que es donde ejerzo mi profesión. Pero mis raíces y mi cultura son malgaches. Hablo malgache y como comida malgache…”, continúa Johann Paul, cuyo apellido, de resonancia francesa, contrasta con los de Chrétien Andriamifehy, Njiva Rakotoharimalala, François Andrianomenjanahary, Ferdinand Ramanamahefa y demás componentes del plantel de los Barea. “Es verdad que mi apellido desentona un poco. Viene de mi bisabuelo, que era un marino bretón. Hace muchísimo tiempo se estableció en la isla, se instaló en Diego Suárez, al norte, y fundó una familia. Ese es mi puerto de amarre”. 

Antes de desembarcar definitivamente en la isla en la que confiesa aspirar a reconvertirse sin alejarse del fútbol, el capitán Paul todavía tiene varios mares que surcar, empezando por la doble confrontación ante Senegal, camino a Rusia 2018. “Estamos muy impacientes”, señala. “Muy pocas veces tenemos la ocasión de jugar partidos como este, hay que tener en cuenta que la mayor parte de los futbolistas malgaches compiten en ligas relativamente modestas. Por el entusiasmo que ha despertado este partido, las expectativas del público, las llamadas de la prensa, nos damos cuenta de que no es un partido como los demás, en absoluto. Pero vamos a ser once contra once: tendremos nuestras oportunidades. No soy un soñador, no me ilusiono con el Mundial, ¡pero no estaría nada mal llegar a las liguillas!”, concluye el capitán que sobrevivió milagrosamente... ¿y qué obrará milagros?

Fuente: Fifa.com

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