viernes, 27 de noviembre de 2009

Orode: talento exótico, de Nigeria a Boedo

Todas las noches, la Biblia está junto al Reggaeton en la habitación de Félix. Y sólo un llamado de Alexander, su hermano pastor, puede combatir el fanatismo que le brotó en estas tierras por Dady Yankee, Don Omar, Wisin y Yandel. Entonces, se apaga ese I-Pod que encierra el ritmo frenético que le contagió Axel Juárez. Y llega el momento de la oración. En la teleconferencia también participa Mary, la señora Orode, la madre de este nigeriano que sorprendió en el clásico ante Huracán, en Parque Patricios. Tiene mucho que agradecerle y bastante más que pedirle a Dios el exótico talento de San Lorenzo.

"Yo estoy muy feliz por la vida que llevo. Y soy un agradecido de poder estar en este país. Porque Argentina es la casa del fútbol", le cuenta a Clarín en el hotel Torre, su morada, el lugar donde se recluye tras cada entrenamiento. Y lo hace en inglés, porque de castellano, "I don't know mucho", dice. Aunque ya aprendió algunas palabras, entre ellas una que es producto de las bromas de sus compañeros, aquella que utilizó Diego Maradona para dedicarle al periodismo la clasificación al Mundial. Mejor no repetirla.

"Simeone es una gran persona, los jugadores lo adoran. El me dio mucha confianza. Vivas, también. Es el que me traduce las indicaciones, porque jugó en Inglaterra", dice este chico que, a los 19 años, sólo se dedica a la pelota. Poco se asoma por la calle. A veces, pasea por el Abasto, donde se compra remeras. Y su mayor divertimento, además de escuchar música, es jugar al pool. En ese rubro, lo tiene alquilado a su amigo Evans, el delantero que llegó al país junto a él, pero juega en la Reserva. El que lo acompañó durante toda la entrevista como si se tratara de un asistente de producción.

Aquellos que lo vieron el sábado, quedaron encantados por el pase de baby fútbol que precedió al golazo de Chaco Torres. Pero Orode no es un improvisado. Nacido en Kaduna, se formó como futbolista en la escuela Royal King y en Multisport, la academia que pertenece al mundialista John Tata. Aquí llegó de la mano del empresario Marcelo Houseman tras jugar en el seleccionado Sub 17 y tener chances en el Porto y Lleida.

Pero recién en el clásico tuvo la gran posibilidad de debutar: "Concentraba, pero no jugaba. Pero no me desesperaba. Sabía que iba a llegar la oportunidad. Y cuando Simeone me llamó para entrar, no lo podía creer. Eso sí, no fue fácil. Enseguida, los jugadores de Huracán me hicieron sentir el rigor".

Antes del partido, ¿te habían dicho lo importante que significaba ganarle a Huracán?

La verdad, no sabía que era un partido crucial. Pero yo no juego para perder, ja, ja.

¿Escuchaste la ovación de la tribuna cuando ibas a entrar?

No, no la oí. Pero me encantan los fanáticos de San Lorenzo.

¿Creés que podrás convertirte en un ídolo?
No lo sé, depende de Dios. Yo sólo sueño con poder jugar.

Félix dice que extraña a Mary, aunque Rosa, una mujer de casi 60 años que trabaja en el hotel, es su segunda mamá. Y a sus hermanos Alexander, Vincent (juega en Túnez y en la Selección de Togo) y Prince (Sub 15). También añora las sopas de sémola que solía comer en su casa, pero está bien atendido en una cantina cercana. Aquí tiene contrato por tres temporadas. Pero no se apresura. Su próximo sueño es jugar con Boca y hacer un gol. El Cholo y Dios dirán.



Fuente: Diario Clarín

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